viernes, 17 de noviembre de 2006

sin título, ¿propuestas?


-No es necesario- dijo una voz masculina dentro del baño. La mujer asintió y salió de la habitación con el abrigo. Bajó a la sala y lo colocó sobre el sillón. Luego fue al bar y se sirvió una copa de vino mientras escuchaba cajones que eran abiertos y cerrados, y pasos de un lado a otro.

Encendió el televisor para distraerse pero no lo consiguió. Sacó un pequeño espejo para examinarse el rostro. El maquillaje aún se mantenía perfecto. Sonrió, era hermosa y lo sabía.
Era alta, de figura esbelta, cabello negro y ojos azules. De labios rojos y pestañas largas. Siempre vestía elegante y sofisticada. Había sido educada en colegios de prestigio para triunfar y a eso estaba acostumbrada.

Desde las escaleras, él también lo percibió así. La vio sonreírse a sí misma y se sorprendió de su belleza, como siempre lo había hecho. Pensó que una semana después ya estaría triunfando al lado de otro hombre tan enamorado como él.
Encendió un cigarrillo mientras se acercaba a ella. La miró a los ojos y exhaló una bocanada de humo.
-Me voy- le dijo muy calmado. La mujer ensayó una sonrisa algo forzada y lo acompañó hasta la puerta. Regresó sus pasos y le alcanzó el abrigo.
-Te dije que no era necesario-murmuró con el cigarro en los labios
-Te equivocas, para mí lo es- contestó con voz temblorosa, pero solemne.

Abrieron la puerta y salieron hacia la calle. Lo miró por última vez como habría de recordarlo siempre: hermoso. Era indiscutiblemente guapo y también bello de sentimientos. Sin embargo, para ella eso no era suficiente, ¿o sí?
Caminaron hacia la puerta del condominio y se detuvieron.

El hombre tiró el cigarro al suelo y lo pisó mientras se consumía el fuego. Luego, la miró y le dijo:
-Adiós.

Pero la mujer no pudo responderle, pues de pronto en los ojos se le acumularon miles de lágrimas que querían salir. Le sonrió para evitar el llanto y giró el cuerpo para volver a casa. Él también giró el cuerpo pero en dirección contraria.
La mujer empezó a caminar lentamente. Pensó que ambos se arrepentirían luego de tres pasos pero sólo ella volvió el rostro.

1 comentario:

Elías Urdánigo dijo...

"Los tipos duros no miran atrás" que te parece ese título, o su contrario "Las mujeres dulces siempre vuelven la vista"

Ojalá te pases por este post ya caducado y lo veas