Mi primer pogo
Fue un catorce de febrero con mi pantalón sobre el tobillo, mis uñas negras, una amiga super rayada y otro peor. No recuerdo con qué canción fue que entré, pero sí recuerdo la sonrisa en mi cara al ver a toda esa gente corriendo desenfrenadamente.
No lo dudé un segundo y luego de amarrarme bien las tabas y abrazarme fuertemente del hombro de mi amiga, entré empujando a cúanto tip@ pasara por mi costado. Recuerdo que mi amiga se mataba de la risa porque tumbé a un chico al piso. ¡Pobre! Pero es que en ese momento la adrenalina está a mil, tu cuerpo se llena de la música fuerte y quieres gritar y correr y patear y AHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!
Es muy recomendable y también harto terapéutico, lo único malo es que a veces no te dejan llevar botellas de agua (malazo) y que hay gente que mete púas escondidas y luego te dejan la piel hecha una porquería de tantos arañones.
Cada herida vale la pena.