lunes, 8 de octubre de 2007

La China Ruth

4 de noviembre del 2006. Cinco de la tarde. Coliseo Gran Chimú. Trujillo.
Es un mate más que el bloque no alcanza y el árbitro pita para indicar el final del partido. Hemos perdido el título nacional universitario frente a la Universidad Vallejo.
La orquesta toca una marinera, el público aplaude al equipo trujillano. Las norteñas se abrazan y gritan. Y aunque el Chimú es un remolino de emociones y ruido, hay un llanto que se escucha sobre todo lo demás.
Es el llanto de “la China”.

Ruth Tay Wo Chong Portocarrero es, como sus apellidos lo delatan, hija de padre chino y madre peruana. Es Ingeniera, egresada de la PUCP y con tesis en camino. Capitana de la selección de voley desde hace muchos años e integrante de las selecciones de Lima y Pueblo Libre. Además, ha sido campeona infinidad de veces, como jugadora del Aelu, Akira Kato y ahora en Latino Amisa.
Y el año pasado, a sus 26, fue elegida la mejor deportista de la Universidad.

Pero todo lo antes dicho, no le hace justicia. ¿Quién es la China, en verdad?
Lo primero que hay que decir, es que no es fácil quererla, como pasa con todas las personas que vale la pena conocer.
A mi me tocó conocerla como espectadora en un partido contra la Universidad de Lima.
Todo iba bien, cuando de pronto el partido se detuvo.
Usted está loco- gritó una furibunda chinita de piernas enividiables. Le gritó como quien le grita a un cobrador de combi. Y dándole la espalda al del pito, regresó a su posición, como si nada hubiera pasado.

Después me daría cuenta de que esto es costumbre. La China es una bomba que puede explotar en cualquier momento y los árbitros no son las únicas víctimas, también están los jueces de línea, el entrenador, sus compañeras de equipo y de vez en cuando la selección de voleibol masculina.
Y aunque para algunos, soportar gritos a cada rato parezca insoportable, no lo es. No son aires de superioridad los que la mueven, sino verdadera pasión por lo que hace.
La he visto jugar después de trabajar horas de horas o entrenar con los ojos ojerosos. Ha jugado partidos lesionada y aún entonces lo ha hecho con el alma.

Esta pasión, sin embargo, se está acabando ya que la China se va. El próximo será su último nacional, uno más que esperará ganar. Porque, como en toda historia real, en ésta tampoco se gana. La Pucp nunca ha campeonado en voley damas, el máximo galardón que tiene es el de Subcampeón Nacional. Sólo la semana pasada, nuestro equipo perdió el torneo Metropolitano frente a la UTP.
La China llora de frustración cuando se pierden los partidos, incluso los amistosos. Grita (nos grita) y se sume en un silencio absoluto. No es que el equipo sea malo es porque, como dice Aymé Urbina, seleccionada Pucp, a la China no le gusta perder nunca.

La China es también, sino lo habían notado ya, una madre, dejando cursilerías de lado. No es una madre al estilo hollywoodense, es más bien una madre de a de veras (como decía el Chavo del Ocho)
De las que gritan, te hacen pasar roche ( Ejemplo, si conversas con algun chico de futsal, con tu amigo el de basket o el de voley masculino, te gritará sin el menor remordimiento), de las que te visten ( Ejemplo, todos los años nos manda a hacer polos con nuestros nombres) y te ponen cara fea ( Ejemplo: cuando cuentas chistes de alto calibre)

Pero madre es madre. Lo fue sobre todo para la Andre y la China Chechi que “sufrieron” el ser sus hijas esas dos semanas que estuvimos en Trujillo. Mientras en mi cuarto la relación era de “roommates”, el de la China era un cuartel de madre y dos hijas. Según Andrea Cáceres, “La China es como la familia, te puedes pelear, rabiar y hasta odiarla pero es tu familia y por eso la quieres”
En ese viaje, la Chechi tomaba una pastilla diaria y la China a la hora del almuerzo siempre empezaba: “Chechi, ¿tus pasitllas?”. También estaban los típicos: “ Usa tu crema” “¿Te pusiste el lipstick?, mira que desués se te pela la boca”.

Fue justamente en Trujillo, en plena final, en la que Chechi empezó a llorar destrozada. Los nervios le habían jugado una mala pasada.
Al terminar el partido, las dos chinas se abrazaron llorando. La China menor, que en verdad es de origen japonés, explotó en lágrimas como lo hace una hija con su madre, sabiendo que con ella su llanto estará seguro.

Sólo entonces me di cuenta de lo imprescindible que era, que eres. No por tu nivel táctico sino por lo que significas para tu equipo.
He ahí la razón por la que escribo, para decirte algo, antes de que te cases. Antes de que te conviertas en verdadera madre y tengas verdaderos hijos. Te pido algo en nombre del equipo:

No te vayas China, no te vayas…

6 comentarios:

Imberbe_Muchacho dijo...

bacan tu cornica ah, el voley genera siempre ese tipo de pasiones, mas que el futbool creo... oe tu tampoco no te vayas pe

Jassy dijo...

increible, vuelves para deccirle a La China que no se vaya.
me encanto tu crónica, a ver pues si hay China pra rato

El perro andaluz dijo...

Esa china vale un Perú y 3 bolivias:)

Unknown dijo...

Dios mio!! q bien escribes carajoooo!!! Note vayas lorena no te vayas!! oyeee tengo q ir a ver a la seleccion de la pucp alguna vez en la vida... si me acuerdo cuando te fuiste a trujillo y no hiciste nada en el trabajooo!! jaja mentiraaaa!!!! jaajajjaa

Bruno. dijo...

Que buen post...! que bien escribes... me encanta el periodismo, la crónica, el ensayo... todo... lastima que Etiqueta Negra ya no sea lo de antes, que villanueva chang no haya vuelto a publicar algo... que eloy se haya quitado de la universidad y ya no podré tomarme unas chelas con él después de clase... que pena tanto... pero te leeré para seguir queriendo a las palabras...

Saludos.

pd.- está bueno el blog.

Unknown dijo...

Recién lo leo y me has hecho recordar tal cual no solo a la china sino también a ti Lore, realmente eras increíble!